Para mi familia, la prestación de cuidados es un acto de amor y de honor, y algo que se espera recibir. Cuando era pequeña, mi tío, que estaba afectado severamente por la poliomielitis, vivía con mi familia. El ritmo de su cuidado requería que, de mañana, yo ajustara las complicadas abrazaderas de sus piernas y espalda, y, durante el día, mi madre se ocupara de sus citas médicas. Llegada la noche, mi padre, agotado por trabajar largas horas durante el día y la noche como taxista, cargaba a su hermano sobre su espalda para llevarlo hasta su dormitorio, escaleras arriba. Cuando mi madre falleció repentinamente a causa de un derrame cerebral, al finalizar mi primer año de estudios de medicina, no hubo dudas acerca de quién se encargaría de cuidar de mis cada vez más ancianos abuelos. A los veintitantos años, pronto llegué a comprender la nobleza y la intensidad que supone la prestación de cuidados. Debí equilibrar las exigencias de la universidad y los inicios de mi profesión, con las demandas que planteaban el cuidado de mis seres queridos de edad avanzada y la formación de mi propia familia. La presión no hizo más que incrementarse cuando mi abuela, afectada por el mal de Alzheimer, se fue deteriorando frente a mis ojos.
Todos tenemos sentimientos encontrados en lo que concierne a la prestación de cuidados. Escuchamos que se la describe como la máxima expresión de la compasión humana, hecho que nos incentiva y alienta. Pero también debemos esforzarnos para poder ocuparnos tanto de la prestación de cuidados como de nuestra carrera, en particular a causa de la economía, a la gran movilidad que caracteriza la sociedad actual y a los desafíos planteados por nuestro propio envejecimiento y nuestra salud. Millones de nosotros tenemos hijos pequeños y padres ancianos que nos exigen, a costa de nuestro tiempo, energía, aspiraciones y relaciones personales. A menudo, nos encontramos en un terreno desconocido, temiendo perder el control.
Entre el trabajo y el cuidado de los nuestros: Cómo lograr un equilibrio (Juggling Work and Caregiving), de AARP, te ayudará a mantener el control, especialmente durante los momentos de decisiones importantes en tu vida. Su autora, Amy Goyer, una profesional altamente respetada en este terreno y cuidadora de sus propios padres, se vale de los mejores expertos del mundo para ofrecer un asesoramiento práctico que te permitirá afrontar el desafío de la prestación de cuidados y te ayudará a manejar tener los detalles esenciales, como la administración de las finanzas, la atención médica y el trabajo cotidiano, así como las crisis que, inevitablemente, son parte de la prestación de cuidados.
Esta publicación reafirma el valor de la prestación de cuidados, pero también pone en evidencia las poderosas y, a menudo, confusas emociones que llegan de su mano. Entre el trabajo y el cuidado de los nuestros reconoce la primordial importancia que tiene el cuidarse a uno mismo y te ayuda a hacerlo sin que te sientas culpable.
Pfizer patrocina Entre el trabajo y el cuidado de los nuestros porque creemos que los cuidadores son esenciales para nuestra sociedad y, al mismo tiempo, son subestimados por esta. Nosotros los honramos y abogamos por ellos. Pfizer, al igual que AARP, posee políticas de empleo concebidas para asistir a nuestros colegas a lidiar tanto con las responsabilidades de su trabajo como con la prestación de cuidados. Encontrarás que esta publicación es sumamente útil por sí misma, y como portal para acceder a otros valiosos recursos. Estos incluyen el Caregiving Resource Center (Centro de Recursos para la Prestación de Cuidados) de AARP, en www.aarp.org/caregiving, y dos sitios patrocinados por Pfizer, www.getold.com y www.gethealthystayhealthy.com. Cualquiera que sea tu situación, Entre el trabajo y el cuidado de los nuestros pone de manifiesto algo que es muy claro: no estás solo. A Pfizer y a AARP les importas, y queremos ayudarte.
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